viernes, 4 de enero de 2013

¿Qué hacemos con el euro?

Esta es la pregunta que se vuelve a plantear Pedro Montes, esta vez acompañado por Eduardo Gutiérrez, Iván H. Ayala y Daniel Albarracín, en un nuevo título de la colección "Qué hacemos", editada por Akal e impulsada por un colectivo del que forman parte, entre otros, Isaac Rosa, Agustín Moreno o Ignacio Escolar.


El postulado de los autores es que la salida del euro es una condición necesaria pero no suficiente para impulsar un proceso constituyente y una ruptura democrática cuya exigencia ineludible sea conquistar la soberanía económica a favor del pueblo soberano.

Más allá de la crónica del nacimiento del euro, de sus problemas inherentes y de la crisis del capitalismo financiero global, el libro es interesante porque nos plantea las dificultades -enormes- y las oportunidades -estimulantes- que supondría una salida del euro.

La conversión de la deuda externa a la nueva peseta devaluada comportaría inevitablemente un impago de la misma, con una posible represalia en forma de bloqueo al acceso de una parte de la financiación internacional. En general, las exportaciones se verían estimuladas y las importaciones frenadas. Probablemente se produciría una fuga o estampida de capitales de España.

Los autores no discuten la apertura de un periodo turbulento en la vida económica y social de nuestro país. Sin embargo, apuestan por ese escenario, en la medida que nos permitiría rescatar cotas de soberanía en política monetaria y hacernos con los resortes básicos para diseñar una economía diferente en el futuro. El Banco de España podría volver a diseñar el tipo de cambio, la cantidad de dinero y los tipos de interés. La política monetaria podría volver a alimentar las cajas vacías de las instituciones públicas. Se aspiraría a reforzar la demanda interna, con menos importaciones, con un estímulo a la actividad y el empleo, basado en una mejora de la balanza de pagos.

La salida del euro no garantiza una salida en beneficio de la clase trabajadora y demás capas sociales empobrecidas, pero puede ser una condición necesaria para poder avanzar en un sentido diferente a las políticas neoliberales hoy imperantes y hegemónicas. Al menos vale la pena pensarlo.

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