martes, 3 de abril de 2012

Lise London y la madeja del tiempo

El tiempo, gran escultor, parafraseando a  Marguerite Yourcenar, convierte paulatinamente a los seres vivos en efigies, en estampas de la historia. En los escasos días de vida de este dietario, han desfilado por sus páginas las necrológicas de tantos destacados antifascistas (Teresa Pàmies, Joaquín López Raimundo, Domingo Malagón) que, inexorablemente, dejan de acompañarnos físicamente, pero no se borrarán jamás de nuestra memoria. Eso nos sucece con la muerte el pasado día 31 de marzo de nuestra querida Lise Ricol London.


El azar (y los afanes de Ramón Acín) nos hicieron conocer personalmente a Lise con motivo de su participación en el programa "Invitación a la lectura", que acercaba a los grandes escritores a nuestros centros educativos. Lise presentaba sus memorias del siglo, La madeja del tiempo, dividida en dos volúmenes: Roja primavera (1996) y Memoria de la Resistencia (1997), ambos publicados en Madrid por Ediciones del Oriente y el Mediterráneo.


Cuál no sería nuestra sorpresa cuando comprobamos que los padres de Lise (ella nacida ya en Francia) provenían de los mismos pueblecitos turolenses (Dos Torres de Mercader y Cuevas de Cañart) que habían sido también cuna de mi esposa, Rosa Carmen Espada. ¡Incluso existían lazos familiares lejanos! Esta pequeña anécdota personal nos abrió las puertas de su generoso corazón y nos dió a conocer de primera mano (mejor, de primera voz) la experiencia de la lucha antifascista de todo un siglo.
Por las páginas de su biografía desfilan las fotografías de Lise en Moscú trabajando para la Internacional Comunista y conociendo a su compañero de toda una vida, Artur London. Poco después, como miembros ambos de las Brigadas Internacionales en nuestra Guerra Civil. Tras la derrota en España, luchando por la libertad de Francia, bajo la ocupación nazi, y sufriendo por ello los internamientos en Mauthausen (Artur) y Ravensbrück (Lise). Tras la liberación, la vida en la Checoslovaquia socialista, donde Artur es nombrado Vice-ministro de Asuntos Exteriores, hasta que sufre las purgas estalinistas tan impecablemente relatadas en el famoso libro La confesión, que dio origen a la posterior película de Costa Gavras del mismo título. Tras ser rehabilitado Artur, el definitivo traslado a Francia, desde donde siguieron fieles a su compromiso con los ideales por los que habían jugado tantas veces su vida en el tablero.
En Aragón, Lise nos dejó su presencia en actos públicos como el organizado por la Asociación feminista "Desideria Giménez" o en la fiesta del PCA. Sólo pudimos corresponderle de forma humilde, pero muy orgullosa, promoviendo la concesión por parte del Gobierno de Aragón de una placa de reconocimiento "por su contribución a la defensa de las libertades y la democracia en España y en Europa, en momentos de grave amenaza para las mismas, junto con sus persistente combate contra todo signo de intolerancia, manteniendo siempre el orgullo de sus raíces aragonesas". Simbólicamente, la Orden de concesión de la placa está firmada un 14 de abril de 2003.
Rosa Carmen y yo te recordamos hoy con emoción. ¡Lise Ricol London, vive!

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